Oración

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La cima de la jornada del monje es la celebración de la Eucaristía. Las horas del Oficio Divino empieza a las 5:30 AM con el rezo de Maitines o Vigilias, de carácter esencialmente nocturno: la tradición monástica considera que la noche es el espacio adecuado para el silencio, la escucha y la oración. Consiste en la recitación pausada de salmos, lecturas de la Escritura y de los Padres de la Iglesia. El sábado en la noche culmina con el canto del Te Deum, la Salve y la antífona a san Benito. Laudes y Vísperas son las horas diurnas más importantes: Laudes al salir el sol, nos recuerda la Resurrección de Cristo; Vísperas, en cambio, al anochecer, nos conducen a meditar la Pasión y Muerte del Señor. Consisten en el canto de dos salmos y un cántico del Antiguo Testamento –en Laudes– y del Nuevo Testamento – en Vísperas – , una lectura breve, el responsorio, el cántico de Zacarías o Benedictus –en Laudes– y de María o Magnificat –en Vísperas– , las preces o peticiones y el Padrenuestro. Tercia, Sexta y Nona, las «integramos» en una sola plegaria hacia el medio día: la Hora Intermedia, que consiste en el rezo de tres salmos y una lectura breve. La comunidad monástica culmina la jornada con la oración de Completas, el canto a la Virgen y la antífona a nuestro Padre san Benito.

 

Trabajo

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«En otra ocasión, un godo pobre de espíritu llegó al monasterio para hacerse monje, y el hombre de Dios, Benito, lo recibió con sumo gusto. Cierto día mandó darle una herramienta, que por su parecido con la falce llaman falcastro, para que cortara la maleza de un sitio donde había de plantarse un huerto.           El lugar que el godo había recibido para limpiarlo estaba en la misma orilla del lago. Mientras el godo cortaba aquel matorral de zarzas con todas sus fuerzas, se desprendió el hierro del mango y cayó al lago, precisamente en un lugar donde era tanta la profundidad del agua, que no había esperanza alguna de recuperarlo. Perdida ya la herramienta, corrió el godo tembloroso al monje Mauro, le contó lo que le había sucedido e hizo penitencia por su falta. En seguida, Mauro puso el hecho en conocimiento del siervo de Dios, Benito, el cual, enterado del caso, fue al lugar del suceso, tomó el mango de la mano del godo y lo metió en el agua. Al momento, el hierro subió de lo hondo del lago y se ajustó al mango. Luego entregó la herramienta al godo diciéndole: Toma, trabaja y no te aflijas más.»

(Del libro II de los Diálogos, de san Gregorio Magno)

Dice san Benito en la Regla que los monjes lo son verdaderamente cuando viven del trabajo de sus manos (cf. 48, 8). Su finalidad es el mantenimiento de la casa y de la comunidad, además de contribuir al desarrollo integral de la persona. Actualmente, en El Rosal, aparte de las tareas domésticas necesarias (limpieza de los espacios, servicio en el comedor, lavado de platos, mantenimiento del jardín, etc.) y de los oficios especializados (enfermero, ecónomo, director de pastoral, profesores, organista, director del coro, sacristán, hospedero, etc.) se llevan a cabo trabajos de iconografía y ebanistería.

 

Lectio divina

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La jornada del monje, de acuerdo con la Regla de san Benito, se distribuye fundamentalmente entre la oración y el trabajo. Además, san Benito destina una parte importante del horario a la lectura orante de la sagrada Escritura «Lectio Divina»: es un tiempo de lectura personal, pausada y meditada de la Biblia y de otros escritos de índole espiritual, especialmente de los Padres de la Iglesia. Los monjes del Rosal dedicamos de lunes a sábado el tiempo entre Maitines y Laudes y los domingos el tiempo entre Vísperas y la cena.


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