«Por todo el camino que has recorrido, hasta llegar a este lugar, has visto cómo el Señor te ha guiado, como lo hace un padre con su hijo.»

Deuteronomio 1,31

Por los votos solemnes el profeso temporal  es consagrado enteramente a Dios como monje benedictino. La ceremonia de consagración tiene lugar en la Iglesia monasterial, en el marco del sacrificio divino de la Eucaristía, simbolizando la unidad entre la dedicación del monje a Cristo y la ofrenda de Cristo al Padre.

«Oh Dios, que por tu Hijo Eterno creaste todo lo que existe, y por su encarnación te dignaste renovar el mundo: suplicantes te pedimos, mira con bondad a este hijo tuyo, que renunció al mundo a fin de que, por la gracia del mismo Cristo Señor nuestro sea renovado en lo más íntimo de su espíritu, despojándose del hombre viejo con sus obras, sea revestido con una nueva humanidad, creada por Dios».

(Oración de consagración según el Rito Benedictino)