Profesión Temporal |
Elementos de la Profesión Monástica
Con el tiempo se añadió una promesa oral de fidelidad a su nueva vida y en el siglo VI, san Benito prescribe, además del cambio de ropa y de la promesa oral, un documento escrito, firmado por el nuevo profeso y puesto por él sobre el altar durante la ceremonia de profesión, que serviría como testimonio de su profesión y, si en el futuro fuera infiel a sus promesas, testimoniaría contra él (Regla de san Benito 58,26-29). Por medio de estas prescripciones se introduce en la profesión monástica un elemento jurídico cuya finalidad era garantizar el elemento primordial de conversión completa. No obstante, la promesa oral y el documento escrito dan lugar a la progresiva institucionalización de la repuesta espontánea a la llamada monástica. En el transcurso de los siglos la institucionalización del monacato creció. El acto de profesión asumió cada vez más el aspecto legal de un contrato jurídico entre el monje y su comunidad. La profesión se convirtió en el medio por el que la Iglesia asegura la fidelidad de la persona la nueva vida que ha elegido libremente bajo la inspiración de la gracia.
Los Votos según san Benito El paso desde la sencilla y simbólica toma de hábito hasta una promesa escrita y jurídica tuvo lugar paulatinamente. Al describir san Benito la ceremonia de profesión, no nos da la fórmula misma que leía el novicio. Los tres puntos – la estabilidad, la conversión de vida y la obediencia – parecen señalarse no tanto como distintos votos sino como tres aspectos importantes de la nueva vida, que el novicio ya conocía muy bien por el periodo de preparación, con su lectura repetida de la Regla (RB 58, 9-18). Sin embargo, desde el tiempo de san Benito las palabras «estabilidad, conversión de vida y obediencia» han sido adoptadas como términos muy aptos para significar las responsabilidades asumidas por el monje el día de su profesión. Aparecen desde mediados del siglo IX en los formularios de profesión. Nuestra formula de profesión según el rito en vigor durante los últimos siglos, se expresa en los siguientes términos: «En el nombre de Nuestro Señor Jesucristo. Amén. Yo, Hno. N.N. de la diócesis de N. prometo delante de Dios y de sus santos por tres años (para toda mi vida) estabilidad, conversión de costumbres y obediencia, según la Regla de Nuestro Padre San Benito, y las constituciones de la Congregación de Santa Otilia en la abadía de N. en N. Habiendo escrito este documento de mi propia mano, firmo mi profesión delante del abad N. y de los monjes de la abadía de N. a… de…» N.N. La fórmula es concreta: «Yo prometo mi estabilidad… en este lugar». Prometo vivir y morir en este monasterio (si la obediencia no me manda a otro). Prometo cambiar mi vida, para ello dejar de vivir según el mundo y vivir como monje. Por lo cual prometo obedecer a los superiores en esta casa. Estos votos no prometen tanto una serie de obligaciones particulares, sino que son principalmente el voto total de la propia vida. Por eso, el eje de la profesión monástica es el voto de «conversión de costumbres», o sea, la conversión de mi vida, que abarca los métodos fundamentales por los que se expresa en el monasterio la búsqueda de Dios. |