Noviciado

El rito de profesión más antiguo, que remonta hasta los comienzos del monacato cristiano, expresaba muy bien este elemento profundamente personal y espiritual. Consistía en el cambio de ropa. El aspirante se quitaba su ropa seglar y vestía la túnica tosca que llevaban comúnmente los monjes. El cinturón significaba la castidad y mortificación. El escapulario o tipo de delantal, le servía para el trabajo manual. En los cenobios (monasterios) como el de san Pacomio, el abad confería el hábito a los nuevos postulantes, después de un cierto periodo de pruebla. Mediante este cambio de ropaje, el monje joven proclamaba públicamente su intención de renunciar al mundo y a su vida pasada, para entregarse por completo a la búsqueda de Dios en soledad y obediencia. El hábito simboliza permanentemente su conversión de vida y su pertenencia a la milicia de Cristo.

El noviciado es un tiempo de integración personal a la vida benedictina. De la oración, la ascesis, el crecimiento o conocimiento de sí mismo y de participación en la vida de la comunidad. Los  novicios son conducidos a una experiencia más intensa de conversión benedictina. Es un tiempo decisivo de crecimiento en la relación personal con Cristo. El tiempo de noviciado tiene una duración de dos años.


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